A principios del 2020, la capital hondureña atravesó difíciles escenarios por el racionamiento de agua que cada vez se hacían más rigurosas ante el bajo nivel de las principales represas.
A tal punto que en ese tiempo, las represas como La Concepción, llegó a una capacidad del 30 por ciento a finales de abril, mientras que Los Laureles, bajó a su nivel crítico del 20 por ciento.
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En ese sentido, los racionamientos comenzaron a sentirse, pues el agua llegaba cada 9 o 15 días a los hogares, en cambio las colonias que no tienen el servicio potable, debían esperar a que una cisterna subiera por las polvorientas calles y así poder almacenar el vital líquido.
Al llegar el mes de septiembre, este difícil panorama cambió tras el inicio del invierno, ya que el nivel de agua en los embalses incrementó. Y hoy, a horas de cerrar el 2020, reportan casi el 100 por ciento de su capacidad.
Cabe indicar que, desde que comenzó a sentirse los efectos del fenómeno La Niña, la capital también evidenció su vulnerabilidad ante las torrenciales lluvias que se registraron.
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Por ahora, las proyecciones climatológicas para el 2021 indican que a finales de abril se dejarán de sentir los efectos de La Niña, por lo que después de mayo se esperan condiciones neutras.
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En ese sentido, las autoridades de migración anunciaron que la terminal aérea volvió a recibir vuelos procedentes del extranjero.
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