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“Sean esclavos de la paz para siempre”: las mejores frases del Papa en su visita a Colombia

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Tras cinco días de visita, el Papa Francisco se despidió este domingo del país cafetero al que dejó un estremecedor mensaje.

El Sumo Pontífice se despidió este domingo de Colombia con un llamado para que entre los colombianos haya abrazos de paz y fin a la violencia.

«Colombia, tu hermano te necesita, ve a su encuentro llevando el abrazo de paz, libre de toda violencia, esclavos de la paz, para siempre», afirmó en su última misa celebrada en Cartagena de Indias.

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El Papa agradeció el esfuerzo y colaboración para haber hecho realidad esta visita, en un mensaje al terminar la misa ante cientos de miles de personas.

«Queridos hermanos, quisiera dejarles una última palabra: no nos quedemos en ‘dar el primer paso’, sino que sigamos caminando juntos cada día para ir al encuentro del otro, en busca de la armonía y de la fraternidad. No podemos quedarnos parados», instó.

Sus mejores frases

Las calles en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena vibraron con su visita, hasta los más indiferentes se dejaron tocar por sus reflexiones emotivas, incluso por las frases que se salieron de todo protocolo.

“Es un Papa distinto”, coreaban en las calles por donde anduvo en papamóvil saludando a los colombianos.

-Se refirió a la paz con insistencia-

“La búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos”.

“Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo.»

“No es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley, la que es aprobada por todos, quien rige la convivencia pacífica”.

-Le envió un mensaje a la familia-

“La familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos, lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros”.

-Hizo un llamado para ser solidarios con los pobres-

“Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes.

-De tú a tú con los jóvenes-

“¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande!”.

“Mantengan viva la alegría… No se la dejen robar”.

“Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono”.

“También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar”.

-Habló de la corrupción-

“Hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos”.

-Habló de reconciliación y verdad-

“Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto”.

“La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón”.

-Le advirtió a la Iglesia-

“La Iglesia es ‘zarandeada’ por el Espíritu para que deje sus comodidades y apegos”.

“El diablo entra por el bolsillo…”. No se puede servir a Dios y al dinero”.

-Se dolió de los más vulnerables-

“Pienso en la prostitución que cada día cosechan víctimas inocentes, sobre todo entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la abominable trata de seres humanos, en los delitos y abusos contra los menores”.

Y se despidió así…

«Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz».

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