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Memorias Literarias | «El niño que viajó descalzo»

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«El niño que viajó descalzo»


¿Cuántas historias conocemos de miles de niños que andan descalzos? Algunos por qué no tienen opción, porque la pobreza es tan grande así como el número de integrantes en sus familias qué hay que priorizar entre comer, vestir o calzar.

Pero ¿a quién le puede interesar este tema?
Si la mayoría de las personas que leerán esto no es algo de lo cual tengan que preocuparse, por el contrario la mayoría estoy segura no caben sus zapatos en el closet y por consiguiente sus hijos tendrán varios pares de diferentes marcas y estas de las más exclusivas.
Te has preguntado ¿Cómo viajan los pobres de Honduras?
Hay un dicho que dice: «como sufren los descalzos de mi tierra», pero lo decimos del diente al labio sin realmente hacer algo por ellos.

Pero también es acá cuando dicen: es tanta la necesidad que ¿qué puedo hacer yo realmente para ayudar?
La verdad se puede hacer mucho y no tengo que decir la forma en que puedes ayudar, tu mismo corazón te lo podrá indicar.

Acá lo cierto es que no voy a profundizar en los grandes problemas que viven a diario los niños de mi país, hablo de las condiciones de salud porque no las tienen, educación, abusos sexuales, etc. Solamente me estoy refiriendo a una pequeña parte, de aquellos que no tienen voz y que muchas veces llegan a ser adultos sin que nunca, nunca se hayan puesto un par de zapatos!!

Así viajan muchos niños de mi patria, descalzos, en busca de un trabajo y en varios casos solo se encuentran con una realidad dura, que sufrirán el menosprecio de una sociedad indiferente que no mira más allá de sus propios caprichos olvidándose que a manera nosotros seamos más conscientes de las necesidades y ayudemos a las personas que tienen menos oportunidades tendremos una sociedad más justa e igualitaria, si usted es cristiano sabe que ese es el fin de todo el que profesa una religión, ya que ante los ojos de Dios todos somos iguales.

Guardo la esperanza, de no encontrarme niños vendiendo en la calle, algunos dicen: en vez de que ande robando pero, ese niño tiene derechos que no son respetados.
Guardo la esperanza de que los niños de mi patria coman sin que parezca que tienen que suplicar o agradecer por ello.
Guardo la esperanza de que sus piececitos inocentes no caminen por el sendero lleno de espinas.

Pero por ahora lloro y digo:
¡Qué difícil es la vida para los descalzos de mi patria!

Judith Bellino

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