Desde ya hace varios años se observa como la acumulación excesiva del estrés, así como la intolerancia, se han apoderado de la humanidad de los hondureños hasta el punto de poner en riesgo la vida por razones absurdas.
Unos lo consideran normal, cuando en un país donde impera la delincuencia, el desempleo, y la mala situación económica ponen a la gente «mecha corta», como suele escucharse en el coloquio.
A expertos en psicología les preocupa cuando los hondureños llegan a tocar hasta las últimas circunstancias, a raíz de la falta de autocontrol.
Asimismo destacan que los altos níveles de criminalidad pueden influir de una u otra forma en el actuar de los ciudadanía, pues es cotidiano ver muertos en los medios de comunicación.
Estas situaciones además de aumentar el estrés, destrozan los nervios y ahí es cuando se da por perdida la salud mental ocasionando una mayor depresión.
Es comun ver actos de violencia que inician como discusiones y finalizan con debacles desastrosas que enlutan a varias familias.
El estar estresado se convierte en un arma bastante «filuda», pues en un abrir y cerrar de ojos logra generar reacciones incoherentes, ya que el cuerpo comienza a actuar por impulso más que por gusto.
CASOS DE IMPACTO
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