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«Vamos a Disneylandia»: migrantes varados en México mantienen viva la ilusión de sus pequeños

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Con una inmensa maleta sobre su espalda y acompañado de su esposa y sus cuatro hijos, Nilto Lizandro decidió perseguir invencible la magia de un sueño americano que solo parece dificultarse más.

Él tiene 41 años; su esposa, Berlin, 24; tienen un niño de 5 y tres pequeñas de 4, 3 y 2 años. Todos como migrantes, emprendieron un viaje que parece eterno desde su natal Tiquisate, en Guatemala.

Las criaturas que no iban en brazos, caminaban al ritmo de un adulto; siendo el primogénito el único que, con asomos de consciencia de lo que pasaba, hacía preguntas inocentes que recibieron respuestas tan tiernas como trágicas.

«Al mayorcito le decíamos que íbamos a Disneylandia», relata Lizandro.

De esa historia, lo único cierto es que iban a Estados Unidos, pero no como turistas, sino como inmigrantes que han recibido en México una ola de xenofobia y una incansable persecución por parte de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM) de ese país.

Pese a las miras humanitarias que ofrecía en su campaña Andrés Manuel López Obrador, ahora presidente mexicano, su gobierno ha sido señalado por tratos injustos en contra de gran parte de los 147,033 migrantes irregulares detectados por el INM.

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El sueño de Lizandro persiste

Las constantes caravanas migrantes representan para personas como Lizandro una oportunidad de no viajar en solitario.

Lizandro es un guatemalteco que ha pasado gran parte de su vida huyendo de una realidad abismal en su país.

A los 11 años, emigró a Zacatecas, estado ubicado en el centronorte de México, en donde permaneció hasta los 17, cuando logró entrar a los Estados Unidos.

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Allí vivió durante unos largos 14 años, hasta que fue deportado en 2011 a Tiquisate, pueblo en donde nació, pero entre cuyas calles se sentía extranjero.

Luego de levantar con esfuerzo un pequeño negocio, fue víctima de la extorsión al punto de ser amenazado a muerte.

«Y ahí si te amenazan de muerte y no eres rico, o huyes o matas» relató el guatemalteco.

Desde entonces, la familia de seis ha formado parte de variadas y fracasadas caravanas migrantes, siendo separados en la última de las redadas del Gobierno mexicano.

Lo último que se supo de Lizandro es que iba con Niraldy, una de sus hijas, colgando del pecho a la vanguardia de otra caravana, esperando encontrarse pronto con el resto de la familia, cuya unión es la única certeza que por ahora pueden tener.

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