Miles de casas destruidas o dañadas y al menos 16 muertos por el paso del tifón Goni, el más poderoso de este año en Filipinas.
El tifón, impactó el pasado domingo en las islas de Catanduanes, Albay y Luzón, la última la más poblada de las islas con vientos de hasta 225 km/h.
La depresión tropical dejó a su paso más de 20.000 viviendas destruidas y cerca de 55.500 parcialmente dañadas, indicó Defensa Civil en un comunicado.
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La comunicación con las zonas más afectadas se ha visto interrumpida, dada la geografía del país asiático(archipiélago).
A medida que Goni avanzaba hacia la parte sur de Luzón, los vientos y la torrencial lluvia destruyó postes de luz, centrales eléctricas importantes para el país, y viviendas de habitantes en zonas afectadas.
El presidente de la Cruz Roja de Filipinas, Richard Gordon, afirmó mediante un comunicado de prensa, que «estamos horrorizados por la devastación provocada por el tifón en muchas áreas del país».
Y agregó que «Hasta el 90% de las viviendas han resultado dañados o destruidos en algunas áreas. Este tifón ha irrumpido en las vidas de la gente, afectadas ya por el implacable costo físico, emocional y económico de la covid-19″.
Una crisis sanitaria previa
La crisis sanitaria complica aún más la situación, puesto que numerosos recursos de emergencia ya están destinados a la lucha contra el coronavirus. El archipiélago suma oficialmente más de 378.000 casos de covid-19 y 7.100 decesos.
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Hasta el momento, más de 400 mil personas huyeron de sus hogares antes de la llegada del tifón y la mayoría de ellos permanece en centros de evacuación.
A pesar de ello, se reportaron 16 fallecimientos debido al desastre natural. Sin embargo, el Jefe a cargo de la Prevención de Desastres en el país, Cedric Daep, afirmó que «habrían sido miles los fallecidos de no ser por las evacuaciones preventivas».
Goni fue catalogada desde la semana pasada como un «súper tifón», y mató a 6 personas tan solo en las primeras horas que permaneció en el territorio filipino.
Los filipinos se ven afectados cada año por un promedio de una veintena de tormentas tropicales y tifones, que destruyen cosechas, casas precarias e infraestructuras, manteniendo a poblaciones enteras en la pobreza permanente.
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