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Madre del atleta asesinado: “La última vez que nos vimos me abrazó tan fuerte que hasta me lastimó”

Doña Delmi Martínez, izquierda, llora frente al féretro de su hijo junto a un familiar.
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El joven que soñaba con ser piloto ha volado hacia otros cielos. Hoy sábado será sepultado por sus familiares y amistades.

Tan sólo cuatro días después de que el joven atleta Ignacio Morales despidiera a su madre en el Aeropuesto Golosón de La Ceiba, ya que ella retornaba a su trabajo en las Islas Caimán, fue abatido a disparos por desconocidos.

Su mamá, Delmi Martínez, recibió la dura noticia por teléfono, y señala que desde ese momento no ha tenido un minuto de paz.

Doña Delmi Martínez, izquierda, llora frente al féretro de su hijo junto a un familiar.

Manifiesta que el dolor se intensificó con la espera, ya que desde la isla caribeña hacia La Ceiba únicamente hay dos vuelos semanales, por lo que tuvo que esperar tres días en Gran Caimán para poder acudir al velatorio de su único hijo.

Del aeropuerto salió directamente a la Funeraria Divino Paraíso y apresuró su paso hacia el féretro, donde, con un semblante tranquilo, le aguardaba el cuerpo sin vida de su amado Nacho.

Doña Delmi accedió a hablar con OnceNoticias.hn porque expresó que era el medio que mejor había tratado la noticia del asesinato de su hijo, pues lo hizo con respeto y sensibilidad, apegados a la verdad.

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“Nacho no era nada de eso, desde niño fue humilde y alegre, lleno de energía y vitalidad.  Tal vez la gente creía que andaba en malos pasos porque siempre se vestía bien y no le faltaba nada, pero de eso me ocupaba yo, con mucho sacrificio, trabajando muy duro en la Islas Caimán para que a él no le faltase nada”, relata.

Recuerda que el día que se despidió de ella en el aeropuerto, le apretó tan fuerte que hasta la lastimo. “Allá te llego”, le dijo Nacho, quien amaba La Ceiba y por ello nunca quiso radicarse en la isla donde su mamá ha trabajado desde hace 18 años.

La novia de Nacho aún no puede creer lo que ha pasado.

La niñez de Nacho

Doña Delmi nos contó que Ignacio hizo su educación primaria en la Escuela Atenea y la secundaria en el instituto Bethel y San Isidro.

Manifiesta que desde muy cipote quiso ser futbolista, lo cual la emocionó, porque ese es su deporte favorito, pero a medida creció fueron cambiando sus aspiraciones.

Fue así como posteriormente decidió estudiar derecho, carrera que un año después abandonó porque sintió que no le apasionaba, ya que era un joven que buscaba ser feliz, hacer lo que le hiciera feliz.

Como le gustaba mantenerse en forma, relata que fue metiéndose en el mundo de los gimnasios y con el tiempo lo tomó muy en serio, al grado que tomó los cursos necesarios y fue certificado como entrenador e instructor de Spinning.

Aunque esa era la actividad que le permitía obtener ingresos, Ignacio siempre quiso hacer realidad un sueño de la infancia, y una vez más le pidió apoyo a su mamá. Ignacio quería aprender a ¡volar!

Por supuesto que doña Delmi le dio lo que necesitaba y Nacho empezó a tomar clases de vuelo en Tegucigalpa y estaba en la ruta de convertirse en piloto. Ese sueño lamentablemente no se pudo cumplir, ya que Nacho ha tenido que volar prematuramente hacia otro cielo.

“Me duele en el alma, sólo otra madre que ha perdido a su hijo puede saber cuánto, pero mi conciencia y mi corazón están tranquilos, ya que siento que fui la mejor madre, y le doy gracias a Dios por haberme dado al mejor de los hijos, aunque sólo por 23 años”, expresa.

La muerte de su padre

Por esos designios misteriosos del destino, el papá de Ignacio Morales, quien se llamaba de forma idéntica, murió también de forma violenta, cuando el pequeño Nacho tenía tan sólo 10 años de edad.

Doña Delmi relata que Ignacio (padre) fue herido a disparos abajo del Puente del Río Cangrejal de La Ceiba, y aunque pudo ser trasladado a un centro médico aún con vida, murió. “Él tuvo tiempo para poder encomendar su alma a Dios y daría cualquier cosa para poder haber estado al lado de mi hijo cuando le dispararon, para poder asegurarme de que él también lo haya hecho. Quiero que mi querido Nacho descanse en paz, que esté en un mejor lugar”, manifiesta.

Curiosamente, al momento de morir, el papá de Ignacio tenía 32 años, mientras que su partida se dio a los 23, el revés de ese número.

Su sepelio

Familiares y amistades le darán cristiana sepultura a Ignacio Morales hoy sábado 29 de abril a las 4 de la tarde en el cementerio Jardines de Paz Ceibeño. La caravana fúnebre estará saliendo de la Funeraria Divino Paraíso a las 3:00 p.m.

Ahí descansará en paz y esperará el momento del reencuentro, una promesa divina en la que su madre cree plenamente. “Nacho está durmiendo, ya dejó de sufrir, y sé que lo volveré a ver”, expresó.

 

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