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“La casa de los horrores”: el infierno de una niña en España (Video)

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La historia de Naiara, asesinada a golpes por familiares de su padrastro, le da la vuelta al mundo.

El municipio de Sabiñánigo en la provincia de Huesca, España, se convirtió hace dos semanas en el escenario de un horrendo crimen. Uno de los más impactantes de los últimos tiempos en el país europeo.

Allí, Naiara de apenas 8 años, murió a causa de una brutal golpiza propinada por el que era su “tío” -hermano de su padastro-.

La tarde del pasado 6 de julio, el servicio de emergencias de la región recibió una llamada alertando del grave estado de una niña. Cuando la ambulancia llegó, la gravedad de las lesiones provocó su inmediato traslado a un hospital de Zaragoza.

Naiara presentaba múltiples contusiones, pero un traumatismo craneoencefálico fue lo que la arrastró a la muerte. El 7 de julio, acabó sucumbiendo a la crueldad y la saña con que su tío, Iván Pardo Pena, la agredió.

Pardo fue detenido por la Guardia Civil acusado de golpear salvajemente a su sobrina y se convirtió en el principal sospechoso de su muerte.

En sus primeras declaraciones, Iván dijo que Naiara se cayó de las escaleras, pero las brutales heridas contaban otra historia.

Las señales de violencia que presentaba el cadáver -hematomas circulares en las muñecas y en los tobillos- evidenciaban que el agresor la había atado.

La confesión del homicida llegó cuando Pardo dijo haber infligido un “castigo” mortal a Naiara. Confesó que “se le fue la mano” porque la niña se negaba a estudiar.

Después de su muerte, los datos de la menor comenzaron a salir a la luz y es aquí, cuando cada letra de esta historia se escribe con al menos una lágrima:

Naiara Abigail Briones Benítez, nació el 1 de octubre de 2008 en Posadas (una provincia de Misiones, Argentina), fruto de una relación de su madre Mariela, con un hombre del que se había separado hacía años.

La pequeña y su madre llegaron a Sabiñánigo hace 7 años. Allí, Mariela conoció a Carlos con el que se casó al poco tiempo. De esta relación nacieron sus “dos princesas españolas”, como las llamaba Mariela en sus redes sociales.

Hace un tiempo, Mariela dejó a Naiara al cuidado de su nueva suegra, Nieves Pena, y de Iván, el hermano de su marido. En la casa también vivían dos sobrinas de Carlos.

Mariela, Carlos y sus dos “princesas españolas” se fueron a Bielsa, a cien kilómetros, donde había conseguido un trabajo.

Las investigaciones, arrojan un dato todavía más macabro: Las “primastras” de 12 y 15 años de Naira, que vivían en la misma casa, habrían tenido participación en el crimen.

Las niñas dieron primero la versión de su tío, que se había caído por la escalera, pero en el interrogatorio se descubrieron: ellas estuvieron con él en la habitación mientras la torturaba», citó una fuente cercana a la investigación.

Todo indica que la vida de Naiara en esa casa de los horrores, era un completo infierno. La familia política de su madre, nunca la aceptó del todo por no llevar su sangre y por no ser blanca, como ellos.

Aunque ellos niegan los abusos y aseguran que la niña era vista igual que los demás miembros de la familia, su cuerpecito, presentaba marcas de maltratos y heridas antiguas. Ante esto la familia dice que Naiara era víctima de bullying en la escuela, extremo que es parte de las investigaciones.

Nieve Peña, «abuelastra» de Naiara rompe el silencio y dice que la niña «no era maltratada», pese a que su hijo Iván está preso por el homicidio.

YA DESCANSA EN PAZ

A Naiara, la enterraron a puerta cerrada, pasadas las 8:00 p.m. A su sepelio “asistieron solo cuatro personas: la madre con su pareja, la abuela y el cura”, recuerda el panteonero.

Y señalando su tumba dijo: «Fila nueve, nicho 5». El más alto. «El que tiene un centro de claveles blancos y una placa dorada sin nombre».

Ahí está desde el pasado lunes, Naiara, descansando en paz, con los golpes en la cabeza que le provocaron la muerte; con las marcas de las ataduras que le hicieron en sus tobillos y en sus muñecas; con la tibia rota que se soldó sola; y con sus heridas en las rodillas porque, según fuentes cercanas al caso, «las dos últimas noches de su vida las pasó castigada, de rodillas».

Mariela Alejandra Benítez, madre de Naiara, achaca la muerte de su hija a la pérdida de cordura de su cuñado, Iván Pardo, y a que Naiara estaba en “el sitio equivocado”.

De acuerdo con su relato, la pequeña vivía feliz con su familia; una felicidad empañada por el supuesto acoso escolar que padecía la pequeña. Incluso, se negó a creer que su hija fuera víctima de torturas por parte de su marido o su familia política.

Casi dos semanas después del crimen, el caso de Naiara sigue sembrando muchas dudas y sorprende la frivolidad con que la madre defiende a su familia política en España.

Mariela también dejó dos hijos en Argentina, todos de padres distintos, los adolescentes están a cargo de Norma, su abuela materna. Estos se han desahogado en las redes sociales y le reprochan a su madre «que los abandonó», que «le importa más su marido», que «desde que supo que Naiara era maltratada se hubiese regresado».

Norma también instó muchas veces a su hija a regresar a Argentina, pero ésta se negaba porque ahora «vivía en el primer mundo».

El rencor que albergaría cualquier madre contra el asesino de su hija no está presente entre los sentimientos de Mariela. Simplemente Naiara estaba «en el lugar y en el momento equivocado».

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