Ana Julia Quezada, la única acusada de la muerte del niño Gabriel Cruz, ha roto el silencio mantenido desde que fuera detenida el pasado domingo y confeso su horrendo crimen.
Según fuentes de la investigación ha confesado que lo mató.
Luego, el resumen de un contradictorio relato, es (según fuentes próximas a la investigación) que «el niño se subió voluntariamente en su coche con ella» y que, cuando estaban en la finca familiar, en Rodalquilar, a cuatro kilómetros de la casa de su abuela, de donde salieron, «el niño (de ocho años) se enfadó y la agredió y que ella lo mató para defenderse».
Reacciones de la familia de Ana Julia Quezada
Esa confesión explicaría, en parte, algunas cosas, como el hecho de que no hubiese restos biológicos, ni rastro, del niño en el lugar en el que supuestamente había sido visto por última vez, en la pequeña pedanía de Las Hortichuelas.
Pero abre otras incógnitas: ¿Por qué no se inspeccionó antes a fondo la finca de Rodalquilar, donde Ana Julia y el padre de Gabriel estaban teóricamente adecentándose una vivienda? U otras mucho más horribles: ¿Llevó la detenida hasta allí al pequeño con la idea de matarlo? ¿Fue premeditado?
En paralelo, un juzgado de Burgos ha reabierto el caso de la hija de Ana Julia para trasladar la información de la que dispone a la Policía Nacional y revisar el expediente por la muerte de su hija Ridelca, de cuatro años, a consecuencia de una caída desde la ventana de su casa.
Mientras Ángel Cruz y Patricia Ramírez, arropados por decenas de autoridades y miles de almerienses, se despedían de su pequeño en la catedral de Almería, la que hasta ahora era la pareja del padre del menor comenzaba a contestar a las preguntas de los investigadores, según ha asegurado su abogada a la salida de la Comandancia de Almería hacia las 15.00.
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Ana Julia Quezada ha pasado su segunda noche presa, aunque según fuentes próximas al caso «ha dormido plácidamente». Los investigadores mantienen el convencimiento de que actuó sola.
La Guardia Civil puede mantenerla detenida 72 horas antes de ponerla a disposición judicial. Antes, esta misma tarde, ha regresado con los agentes de nuevo a los escenarios del crimen, donde este lunes se mostró completamente hermética, para la reconstrucción de lo ocurrido.
Su declaración ha resultado sorprendente y en muchos momentos absurda para los investigadores, que se esfuerzan ahora por separar el grano de la paja con el fin de poder construir un relato coherente y verídico, basándose en todas las pruebas a su alcance, de lo ocurrido.
La autopsia del pequeño arrojó algo de luz sobre su espeluznante muerte. Murió estrangulado el mismo día que desapareció.
Tras doce días de angustiosa búsqueda el cuerpo del pequeño fue hallado en el maletero de Ana Julia, cuando acababa de sacarlo de un depósito de agua de una finca familiar de Rodalquilar (a cuatro kilómetros de donde desapareció el niño, en Las Hortichuelas) y pretendía llevarlo a la casa de Puebla de Vícar, donde vivía con Ángel Cruz. Allí fue interceptada por los investigadores que le seguían los pasos desde hacía días como principal sospechosa.
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