La Autoridad de Antigüedades de Israel descubrió una fosa común en la que fueron enterradas decenas de víctimas de una matanza ordenada por el sanguinario rey Alejandro Janneo.
«Sacamos de la fosa más de 20 vértebras de cuellos que fueron cortados por una espada. Había cuerpos y partes de cuerpos de niños y de adultos, de mujeres y de hombres, que probablemente fueron víctimas de una brutal masacre», contó el Dr. Yossi Nagar, antropólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), entrevistado por The Times of Israel.
El macabro hallazgo se produjo en el patio trasero de la Municipalidad de Jerusalén. Es una evidencia arqueológica única de uno de los períodos más sangrientos en la historia de Israel: el reinado de Alejandro Janneo (103 — 76 a. C.), que ofició al mismo tiempo como sumo sacerdote de los judíos.
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Al igual que su padre, Juan Hircano I (monarca entre 134 y 103 a. C), conquistó y convirtió al judaísmo múltiples territorios, llevando al reino Asmoneo hasta su punto de mayor extensión. Al mismo tiempo, ejerció una tiranía despiadada, que se caracterizó por innumerables intrigas y luchas internas.
Su reinado quedó marcado por una cruenta guerra civil que duró seis años, al cabo de los cuales habrían muerto hasta 50.000 personas, según diversas fuentes históricas. Sus mayores enemigos fueron los fariseos, que se contaron entre sus principales víctimas.
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Al terminar la guerra civil, Alejandro Janneo sentenció a muerte a unas 800 personas a las que acusó de haber conspirado contra él. Casi todas fueron crucificadas, pero algunas fueron decapitadas y desmembradas.
Los restos de estas son los que aparecieron en la fosa común hallada en la Municipalidad de Jerusalén. El descubrimiento fue expuesto este jueves en una presentación organizada por arqueólogos del AAI.
«Los registros historiográficos muestran que el rey capturó a muchos de sus oponentes judíos, a sus esposas y a sus hijos, y los mató delante de sus ojos. En los huesos encontrados había innumerables cortes con espadas, pero no sólo en el cuello, también en la mandíbula y en la base del cráneo, indicativos de decapitaciones», afirmaron los investigadores.
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Restos fósiles de embriones sugieren que, entre las víctimas, había también mujeres embarazadas.
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