Internacional

Caravana de migrantes llega a Estados Unidos y se dispone a cruzar

cable color

Con banderas de sus países y carteles en sus manos varios inmigrantes de la caravana que desde hace un mes salió de Centro América se treparon en el muro que separa Tijuana, México de Estados Unidos.

Una caravana de solicitantes de asilo de origen centroamericano atravesó en los días anteriores el territorio de México. Este domingo ha salido en cinco autobuses escolares desde el centro de la ciudad de Tijuana para desplegarse junto a un paso fronterizo, informa The Washington Post. Decenas de manifestantes se han concentrado en el lado opuesto de la frontera para apoyar su derecho al libre tránsito.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, y algunos miembros de su administración, ya han reprobado la caravana, tachandola de amenaza para el país.

Sentados en la parte más alta del muro se unían al clamor de los cientos que los secundaban en tierra: “Somos migrantes, no somos criminales, somos trabajadores internacionales. Por qué nos matan, por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina”.

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De los casi 1,500 que empezaron el ‘viacrucis’ un grupo más reducido llegó a Tijuana esta semana en donde fueron recibidos con corridos de los Tigres del Norte. Los migrantes recorrieron cientos de kilómetros en los lomos del peligroso tren conocido como «La Bestia» pero en Mexicali decidieron abordar los autobuses directo a Tijuana.

caravana Estados Unidos

Entre los que cantaban con fuerzas frente al muro consignas de “¡Alerta! ¡Alerta! que camina, la lucha de inmigrantes por América Latina” se encontraba mujeres embarazadas y cientos de niños menores de 5 años y adolescentes. «Se ha dicho que somos terroristas, que somos peligrosos, pero somos gente de paz que solo buscamos una mejor vida y la vamos a encontrar con el favor de Dios», dijo Carlos Aguilera, un padre de familia hondureño que llegó hasta Tijuana con sus cinco hijos y su esposa.

Muchos de los inmigrantes que han llegado hasta este punto emprenderán ahora un proceso de pedir asilo en Estados Unidos. La Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS) ha explicado que se puede otorgar estatus de refugiados o asilo a personas que han sufrido persecución o que teman que se les persiga por razones de raza, religión, nacionalidad y/o pertenecer a un cierto grupo social u opinión política.

Quienes viajan en dicha caravana.

Laura es madre soltera con cuatro hijos menores. Salió de La Ceiba, en la costa atlántica de Honduras, después de que un grupo del crimen organizado mató a su hermano y comenzó a amedrentarla, con amenazas. «Lo más difícil fue cuando hace unas semanas le metieron fuego a mi casa». Ese incendio, según cuenta, le causó quemaduras a una de sus hijas. La certeza de que los pandilleros continuarán con los hostigamientos hizo que la familia prefiriera salir de Honduras y atravesar Guatemala para unirse a la caravana en la frontera con México. «Me vine con mis cuatro hijos para no arriesgarlos. En Honduras corren peligro»

Kevin, de 15 años, dice que quiere llegar a Estados Unidos para estudiar. En Choluteca, Honduras, las pandillas le impedían ir a clases y aunque le permitían trabajar como peón, a menudo le quitaban lo que ganaba. «Querían el dinero para comprar drogas. Yo sé que al llegar a EEUU voy a tener que trabajar para poder estudiar, porque no va a ser gratis, pero valdrá la pena». Lo primero que desea es que le den el permiso de entrar al país y luego a la escuela: «De ahí, vamos a ver qué es lo que me puede gustar. Tal vez estudiar para ser doctor o maestro».

Janet, de 32 años, salió huyendo de San Bartolo Ilopango, en El Salvador, junto a su esposo Yoni y sus dos niñas. «Nos amenazaron de muerte. Los mareros (miembros de la pandilla) le dijeron a mi esposo que si no accedía a unas peticiones, le podía pasar lo mismo que a un familiar suyo (le mataron a un primo)». Esa amenaza ocurrió en marzo. Semanas después aumentó la presión para que Yoni colaborara con las pandillas: «Llegaron a advertir que si se negaba, ya la iban a tomar contra nosotras, las niñas y yo». Por eso la pareja decidió abandonar su vida en Ilopango y unirse a la caravana, después de que supieron que el objetivo era llegar con cientos de personas a la frontera norte mexicana para presentarse ante las autoridades migratorias estadounidenses. «Pues bueno, ya hemos llegado hasta aquí y gracias a Dios estamos bien, pero ahora falta lo más difícil, conseguir el asilo».

Yoni está nervioso. La sola imagen de acudir a las autoridades estadounidenses para entregarse junto a su familia y solicitar un asilo le inquieta. «Siento presión de oír tantos temas; que el presidente Donald Trump dice esto y aquello. Si yo pudiera, le pediría que se pusiera la mano en el corazón y dialogara con muchas de estas familias que vienen acá por diferentes tipos de problemas; y que los escuchara porque así se daría cuenta de que uno no viene acá para aprovecharse del país o por algún interés, sino por seguridad y por sacar adelante a nuestros hijos. Lo único que nos queda es ponernos en manos de Dios y que sea él quien le toque el corazón». A pesar de la angustia, dice que también se siente «agradecido», pues en el camino nadie de la familia se enfermó y nada malo les pasó.

Ángel. Este jornalero decidió huir de su casa en el central departamento de Yoro, en Honduras, tiempo después de que pandilleros de la MS-13 mataran a su hermano: «Era un profesor rural que no se metía con nadie, así que no sabemos el motivo». Dos meses más tarde, los mismos criminales asesinaron a su sobrino y le advirtieron que le pasaría lo mismo si no obedecía todo lo que le pedían que hiciera. Así que decidió marcharse; en la huida, recorrió diversos pueblos de Honduras. Entonces, los pandilleros decidieron ser más crueles: «Golpearon y violaron a mi madre, una mujer de 87 años, porque querían que les dijera dónde estaba yo, para hacerme regresar; yo tengo pruebas de todo eso, fotos del hospital». Como no podía trabajar de manera estable, decidió unirse a la caravana con su hijo de 5 años. «Esperamos que nos concedan asilo. Si nos lo niegan vamos a estar en mucho peligro, pero si lo conseguimos, vamos a ver cómo vamos a ayudar a los demás en la familia».

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