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Hermanitos que se intoxicaron al comer anguilas regresan a casa

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La extrema pobreza les obliga a andar siempre en busca de potencial comida.

En la pequeña aldea Ceibita Sur, localizada a tres kilómetros de la ciudad de Santa Bárbara, los niños no esperan a que les sirvan la comida, deben salir en busca de ella.

Gran parte de las familias de esta comunidad viven en la extrema pobreza, entre ellas la de doña Julia Ulloa, quien vive junto a sus hijos en una pequeña covacha donde falta de todo.

Viendo que no habría nada para el almuerzo, el mayor de sus vástagos, Julián Quintero, de 15 años, decidió salir de pesca al río Ulúa para probar suerte con su atarraya y poder llevar un poco de carne a la mesa.

Con sorpresa vio que dentro de la pequeña red venían unas especies de anguila que nunca había visto, pero como eran frutos del río decidió que no podían hacerles daño.

Fue así que llevó los peces con apariencia de culebra a casa, las limpió y su madre se encargó de freírlas. Para que sus hijos quedaran satisfechos, doña Julia dejó que sólo ellos comieran, sin saber que horas después saldría corriendo hacia el hospital a que los auxiliaran.

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Efectivamente, poco tiempo después de comerse aquella carne que les pareció muy rica, Julián, de 15 años, Lilian (12) y Karen Quintero (10) presentaron un serio cuadro de vómitos y diarrea, por lo que fueron trasladados de emergencia al hospital Integrado de Santa Bárbara.

El personal médico que les atendió los evaluó y luego de darles un antiespasmódico los despacharon a casa. Sin embargo, por la noche la condición de los tres hermanos se agravó y a tempranas horas del día viernes 21 fueron llevados nuevamente al hospital en la ambulancia de los Bomberos.

El doctor Rafael Montes, director del Hospital de Santa Bárbara, manifestó que “los niños ya van estables a su casa, con medicamentos que deben de seguir tomando, porque el proceso de estabilización de su organismo será lento».

Asimismo, señaló que este es el primer caso que atienden de intoxicación por anguila de esta especie, la cual jamás había visto.

Indicó que lograron identificar plenamente la anguila que los niños consumieron debido a que uno de los 9 animales que Julián logró pescar, el más pequeño de todos, se lo regaló a una vecinita, quien lo mantuvo con vida en una cubeta que llenó con agua.

La madre, al despedirse con sus hijos de los médicos manifestó que estaba feliz de verlos recuperados y aseguró que nunca les permitirá comer un animal que no hayan consumido antes, mucho menos anguilas.

Asimismo, pidió al gobierno y las autoridades del municipio que le ayuden a mejorar su vivienda y sus condiciones de vida, ya que es la misma pobreza extrema la que les obliga a comer cualquier cosa.

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