Agotados psicológicamente tras recibir una carta con dos balas y un celular con línea directa a los delincuentes, los conductores decidieron paralizar sus unidades.
Específicamente, fueron los buseros del transporte que cubren las rutas Villa Vieja – Mercado y Los Pinos – Mercado, en Tegucigalpa, quienes parquearon sus «busitos» en una gasolinera y dejaron, por hoy y debido a la extorsión, a cientos de personas sin su medio usual para llegar a sus trabajos.
Mientras las frecuentes pujas de los dirigentes del rubro en Honduras piden que, a través de medidas gubernamentales de alivio, se les asigne dinero, la inacción de estos buseros busca que no se los quiten.
Y es que el sector, al igual que cientos de pequeños empresarios, representa una importante fuente de ingresos de organizaciones delictivas, quienes exigen montos considerables por brindarles «protección», que más bien es una garantía para no asesinarlos.
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La extorsión poética
Cuando los malvivientes reciben una negativa, comienza el hostigamiento.
Ayer en la mañana, un «mensajero» llevó a los amenazados un teléfono celular para que estuvieran a la espera de llamadas. Cuando estas llegaban, una voz al otro lado de la línea les transmitía instrucciones extorsivas.
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En horas de la tarde, los amenazadores decidieron ponerse más poéticos; enviaron una carta a manera de ultimátum que contenía dos balas.
Aunque la captura de miembros de las pandillas que operan en el país es una constante en los comunicados de la Policía Nacional, no se ha logrado capturar a quienes hoy dejaron a muchos ciudadanos sin transporte, y sin el sustento diario a otros.
¿Usted qué opina?