Una nueva cepa del Covid-19 (SARS-Cov-2) se detectó en Reino Unido, sin embargo, científicos de Londrés explicaron que aún no hay evidencia, ni sospecha de que pueda ser mortal.
Expertos están de acuerdo en que no se sabe el origen de esta nueva cepa. Aunque una de las explicaciones que dan es que el virus evolucionó así en un paciente con una infección crónica más difícil de curar, lo que da tiempo al virus para acumular un mayor número de mutaciones.
José M. Jiménez, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas de King’s College de Londres, expresó, que esta nueva cepa puede ser resultado del aumento de contagios en una zona determinada de Reino Unido, pero, no hay datos suficientes para comprobarlo.
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Se descubrió, por primera vez, en un virus aislado el 20 de septiembre, pero no generó ninguna sospecha. A mediados de noviembre ya había avanzado en un 26% los casos y en el mes de diciembre creció a un 60% en pacientes en Londres.
El virus ha adquirido 17 mutaciones distintas (14 cambios de aminoácidos y 3 deleciones), la mutación N501Y aumenta la afinidad de proteína S (que controla la coagulación de la sangre), lo cual aumentaría la inefectividad.
Las vacunas ya disponibles contra el COVID-19 utilizan esta proteína S como antígeno para generar una respuesta inmune, pero los anticuerpos generados suelen reconocer distintas partes de la proteína.
Jiménez, expresó, “Vacunas como la de Pfizer o la de Moderna se pueden “actualizar” rápido y generar nuevas dosis”.
Agregó, “Todos los años actualizamos vacunas como la de la gripe, estamos acostumbrados. Lo importante es ser capaces de detectar estas variantes y, sobre todo, aquellas que pudieran aparecer como escape cuando la vacuna se empiece a administrar”.
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