Según fuentes, Spicer tiene algunas diferencias con Trump sobre la estrategia de comunicación.
La voz pública de la Administración Trump ha anunciado que a finales de agosto se retira de un campo que nunca le fue propicio. Aunque el motivo oficial haya sido su oposición a la entrada de un nuevo director de comunicaciones, su salida culmina un largo y lento apagón. La caída de alguien que nunca fue querido por los medios y tampoco por su jefe.
Donald Trump de nombrar a Anthony Scaramucci, un financiero de Wall Street y viejo conocido de Trump,como director de comunicaciones de la Casa Blanca. Según el The New York Times, el presidente habría pedido a Spicer que no renunciara al cargo, aunque el exportavoz mantiene su renuncia por considerar “un grave error” la contratación Scaramucci.
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Spicer, no era un hombre de Trump. Procedente de las filas republicanas, su elección fue fruto de la presión del jefe de gabinete de la Casa Blanca. Ya al día siguiente de la investidura, el presidente le abordo en privado por lo que consideró su mala imagen.
No le gustaba ni el traje ni la corbata que había usado en su primera comparecencia. Tampoco su forma de hablar. Desde entonces, las relaciones entre el portavoz y el mandatario republicanos fueron tormentosas, hasta el punto de que Trump llegó a comentar que sólo lo mantenía en el puesto por “los altos índices de audiencia” de sus conferencias de prensa.
Spicer desempeñaba una labor doble como secretario de prensa y director de comunicaciones desde la salida de Dubke. Scaramucci tomará posesión del cargo en un momento delicado para el Gobierno republicano, donde abundan las informaciones que lo relacionan con Rusia y después del fallido intento de derogar el Obamacare e instaurar una nueva reforma sanitaria.
Las renuncias en los últimos días en la Casa Blanca son constantes. En el día de ayer lo hizo el portavoz del equipo jurídico de Trump, Mark Corallo, y antes lo había hecho el abogado de confianza del presidente, Mark Kasowitz.
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