El Papa Francisco una vez más celebró el Santo Viacrucis en la plaza de San Pedro y no en el Coliseo a causa de la pandemia por COVID-19, práctica que se realizaba desde 1964 interrumpidamente.
La extraordinaria y solitaria imagen de Francisco sentado en la plaza de San Pedro, fue el emblema de la tragedia mundial del año pasado. Habló ante más de 1,300 millones de católicos de “la hora más oscura” por el drama de las muertes por el COVID-19.
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Posteriormente, se llevará a cabo la misa del Domingo de Resurrección, donde se impartirá la bendición “Urbi et Orbi” que tradicionalmente los papas hacen desde el balcón de la logia central de la basílica ante miles de fieles.
El pasado jueves, dio inicio a los ritos de la Semana Santa, con una misa matinal en la basílica de San Pedro en el Vaticano. Sin embargo, el Santo Pontífice, tuvo que renunciar a la tradicional practica del lavado de pies del Jueves Santo.
Cabe señalar, que Francisco no estuvo presente en la conmemoración que se realiza en la tarde del mismo Jueves Santo en la Basílica de San Juan en Roma.
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Está practica recuerda la “Última Cena” de Jesús con sus apóstoles, quedando la ceremonia a cargo del decano del Colegio Cardenalicio, el Cardenal Giovanni Battista Re.
A sus 84 años, al Papa Francisco le cuesta caminar y optó por no participar en este acto simbólico.
En años anteriores, realizó la práctica del lavado de pies del Jueves Santo en una cárcel y en un centro de refugiados; inclusive, a personas de religión musulmán, como un mensaje de humildad y tolerancia.
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