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Don Isidro, el Cachiro Patriarca que empezó robando ganado

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En Olancho, tierra que vio nacer a los Rivera Maradiaga y de la cual huyeron por rencillas familiares, nadie llama Isidro a quien se llame Isidro. Todos los Isidros son llamados “Cachiros”.

Este solía el hogar de los Rivera Maradiaga, Cayo Sierra, un pueblito de calles polvorientas ubicado a 13 kilómetros de Tocoa, Colón, dedicado principalmente a la agricultura. La casa de Los Cachiros es la más moderna de la comunidad.

Hay muy poca información relacionada a don Santos Isidro Rivera Cardona, el gran patriarca del clan de los Cachiros, organización criminal que fue capaz de infiltrar todas las instituciones del Estado Hondureño, incluyendo la Policía y el Ejército.

Pero este gran imperio del crimen organizado tuvo un humilde origen, como suele ocurrir en la mayoría de historias de los grandes narcotraficantes del mundo, que desde la pobreza soñaron con poseer inmensas riquezas y con ser poderosos.

Don Santos Isidro Rivera Cardona

Para contar un poco de la historia de la familia Rivera Maradiaga, matriz en donde nacieron los Cachiros, nos remitiremos a un relato hecho por el padre Ismael Moreno, director del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación ERIC, de la Compañía de Jesús en nuestro país, y publicado en la Revista Envío de Nicaragua.

De acuerdo a los datos recabados, el patriarca del clan de los Cachiros, don Santos Isidro Rivera Cardona, es un hombre religioso, de misa dominical, fervoroso devoto de San Isidro Labrador.

Cada año sin falta, y hasta 2014, en la víspera de la fiesta del santo, la noche del 14 de mayo, don Isidro ha participado en la construcción del jacalito, una pequeña enramada a donde los devotos llevan frutas y animales como ofrenda al santo por las gracias recibidas.

Después, don Isidro ha cargado, año a año, la imagen del santo desde el templo hasta el jacalito y al día siguiente, fiesta de San Isidro, la ha cargado de regreso al templo, encendiéndole decena de velas durante la reventazón de los cohetes.

Todos los domingos a las siete de la noche, en el mismo sitio y siempre de pie, durante décadas, se ha visto a don Isidro asistiendo a misa en Tocoa, departamento de Colón.

Esperanza Maradiaga, su esposa, es también una devota católica. En el barrio La Esperanza de la ciudad de Tocoa fue siempre una activa integrante de los círculos bíblicos.

La familia de don Isidro es originaria de Gualaco, en el extenso departamento de Olancho, tierra de hombres rudos y laboriosos, leales hasta la muerte con sus amigos y vengativos también hasta la muerte si sufren un agravio. Entre ellos no hay perdón posible ante una traición y sólo la muerte dirime los conflictos.

La familia de don Isidro emigró de Gualaco a Colón hará unos setenta años, huyendo de alguna de esas venganzas, cuando él aún no había nacido.

Y durante toda su vida la familia Rivera Maradiaga se mantuvo al acecho ante un posible ataque en respuesta a la afrenta por la que habían huido de sus tierras.

Un ladrón de ganado

De acuerdo a los escritos del Padre Melo, en Olancho nadie llama Isidro a quien se llame Isidro. Todos los Isidros son llamados “Cachiros”. El padre de don Cachiro Rivera también fue don Cachiro. Y también fue Cachiro su abuelo. Y como no podía ser de otra manera, también un hijo de don Cachiro Rivera, y al menos tres o cuatro nietos, fueron bautizados con el nombre de Isidro y todos fueron nuevos Cachiros.

Don Cachiro Rivera tiene hoy 67 años y una salud a prueba de artritis, indigestiones y presión arterial. Es reconocido por su acendrada devoción a San Isidro y también por ser un ladrón de ganado. Todo el mundo lo sabe, pero nadie lo dijo en voz alta.

Cuando ya la fama, el dinero y el poder habían elevado a don Isidro y a sus hijos, los Cachiros, a una cúspide que nunca pudo imaginar, se contaba que yendo en una de las tantas decenas de camionetas Toyota Prado que tenían, conducida por su hijo Javier, se les cruzó una vaca en la carretera y el viejo Cachiro gritó que se detuviera: “¡Pará, que ahí hay una vaca y la quiero!”

En otras entregas, ampliaremos sobre la historia de los Cachiros, quienes están dando mucho de qué hablar en nuestro país en los últimos días, por todo lo que uno de los integrantes del clan, Devis Leonel, está hablando en los tribunales de Nueva York y que tiene temblando a muchos políticos y empresarios hondureños.

Su vida en Cayo Sierra

El nombre de esta comunidad empezó a sonar hasta que la fama de Los Cachiros lo hizo. Este es el hogar de los Rivera Maradiaga, Cayo Sierra, un pueblito de calles polvorientas en el que viven seis mil personas. Está a 13 kilómetros de Tocoa y su principal actividad económica es la agricultura.

En Cayo Sierra no hay ninguna calle pavimentada. Todas son de tierra y en ellas crecieron los hermanos Javier y Leonel jugando los típicos pasatiempos de niños.

El pueblo está rodeado de extensas montañas y cultivos de palma que contrastan con las casas de lámina y bloque. La sencillez predomina, las únicas casas que sobresalen por sus construcciones modernas son las de la familia Rivera Maradiaga.

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