En 1984, Christopher Thomas baleó a ocho niños y dos mujeres (incluida una embarazada), en uno de los peores tiroteos de la ciudad de Nueva York.
El 15 de abril de 1984, ocho niños y dos mujeres fueron acribillados en una vivienda de Brooklyn. La masacre fue una de las peores que se había registrado en la ciudad de Nueva York.
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Una de las mujeres, que estaba embarazada, fue hallada cuando todavía tenía una cuchara en la mano. Las otras estaban sentadas en un sofá o en sillas, con la televisión encendida, lo que le dio a entender a las autoridades que habían sido sorprendidas por los disparos. La única que sobrevivió la llamada «masacre del Domingo de Ramos» fue una bebé de 13 meses.
Christopher Thomas fue hallado culpable de diez cargos de homicidio involuntario y, tras pasar 32 años en la cárcel, salió en libertad en enero, algo que se ha hecho público esta semana.
Thomas, hoy de 68 años, se salvó de ser sentenciado por cargos de asesinato porque algunos integrantes del jurado consideraron que su adicción a la cocaína lo había llevado a estar «extremadamente perturbado».
Aunque lo condenaron a un total de entre 83 a 250 años de prisión, la ley estatal limita la pena a 50 años. Al reducirse su sentencia por buen comportamiento, podía salir tras cumplir con dos tercios de su condena, le explicaron funcionarios del sistema penitenciario a The New York Times.
El crimen ocurrió en la casa de Enrique Bermúdez, quien había sido condenado por vender cocaína. Su pareja Virginia López y sus dos hijos, de 4 y 7 años, murieron. Una prima de López y sus niños de 5 y 3 años también fueron baleados.
Otros cuatro menores de entre 10 y 14 años perdieron la vida. La bebé Christina Rivera fue hallada entre los cuerpos, reportaron los medios tras la tragedia.
La fiscalía argumentó que Thomas estaba celoso porque sospechaba que su exesposa estaba teniendo relaciones con Bermudez.
«No se merece estar en las calles», le dijo al The New York Post Herbert Hohmann, un teniente jubilado de la policía que lideró la investigación. «Mató a unos pobres niños inocentes».
Thomas dejó las instalaciones de la Correccional Shawangunk el 5 de enero, de acuerdo a registros del Departamento de Correccionales de Nueva York.
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Christina Rivera, considerada la única sobreviviente de la matanza, se fue a vivir con su abuela pero mantuvo una relación cercana con la policía que la cuidó tras la masacre. Cuando cumplió 30 años, Joanna Jaffe, la oficial que la protegió el día que murió su madre, la adoptó formalmente, como relataron ambas a The New York Times 30 años después de la matanza.
Con información de Univision
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