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Costa Rica da la espalada a la tibieza en tema de derechos humanos

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Fabricio Alvarado en el primer lugar y Carlos Alvarado en el segundo, tienen, además de ser los dos candidatos a la presidencia de la República más jóvenes, otro punto en común; ambos fueron los candidatos que tomaron el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo como uno de los principales en su agenda política y, por qué no decirlo, como su bandera para llegar al Poder.

¿Qué hizo el pueblo costarricense con eso? Una mayoría optó por uno de ellos para que lidere el gobierno. Esto deja una serie de puntos que pueden y serán analizados por diversos expertos, pero lo que es claro para cualquiera, es que el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), sobre los derechos de la comunidad sexualmente diversa, fue un parte aguas en la campaña política.

A partir de ahí, un tema que por décadas quedó en segundo o tercer plano, pasó a tomar protagonismo, al punto de poner a los dos candidatos posiciones más claras y solidadas al respecto, a ser quienes se enfrenten en segunda ronda.

Fabricio reaccionó a la opinión consultiva de la Corte IDH de forma inmediata y podría decirse incluso, que con ira. Alegó que se metía con la soberanía de Costa Rica y que la mayoría de los ticos no pensaban de esa forma. Carlos, por su parte, siendo del mismo partido que llevo el planteamiento a la Corte, dijo que acataría plenamente lo dispuesto por ella.

Las siguientes encuestas presentaban al candidato evangélico en la delantera de la carrera electoral, pasando de estar por debajo del margen de error, a desplazar a Antonio Álvarez y Juan Diego Castro del primer lugar que se disputaban meses antes.

Quizás como reacción a eso, un caso similar ocurrió con Carlos, quien padecía la desilusión de muchos con su partido, subió como la espuma en la última semana de campaña según las dos últimas encuestas, la del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) y la de OPol, lo pusieron en competencia real por el gobierno.

El pecado del resto de candidatos que tenían opciones reales de llegar a Zapote, tibieza en sus posturas con respecto a los derechos de la comunidad LGBTI, para quienes, intentando ser salomónicos, ofrecían derechos a medias. Los Alvarado no, a raja tabla postulaban cada uno y a cada extremo, o dar todos los derechos o no dar ninguno.

Lo que se viene, dos meses en los que probablemente este tema sea de nuevo en el que se centre la atención de los votantes, en perjuicio de otros importantes, como la situación económica de país, la inversión extranjera, la creación de empleo, las opciones de vivienda para la clase media y la infraestructura, entre otros.

De esta forma, aunque nuestra constitución prohíbe hacer referendos sobre Derechos Humanos, el 1° de abril irán a las urnas los electores con el tema del matrimonio igualitario en primer plano. ¿Se decidirá ahí si Costa Rica se queda con su tradición de siglos o si incorpora a la tendencia del tercer milenio? ¿Tendremos debates monotemáticos en las próximas semanas? ¿El resto de los partidos darán su adhesión a alguno de los candidatos? ¿Primará el futuro del país o las alianzas por cuotas de poder? Todo eso se sabrá dentro de poco.

 

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