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A sus 94 años muere una de las mujeres más poderosas del mundo

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Liliane Bettencourt, la mujer más rica del mundo, heredera de la empresa cosmética francesa L’Oréal y dueña de un imperio lleno de escándalos.

Liliane Bettencourt cuya vida, sordera, salud y fortuna se convirtieron en sus últimos años en una triste telenovela familiar y judicial, falleció en la noche del miércoles en su petit hotel de Neuilly sur Seine, en los suburbios de París con una fortuna estimada en 44,700 millones de dólares. Habría cumplido 95 años el próximo 21 de octubre.

«Liliane Bettencourt falleció anoche en casa. Mi madre se fue pacíficamente», escribió su hija Francoise Bettencourt Meyers en un comunicado.

La vida, la discreción y los secretos de esta viuda millonaria y sus horrendos tortuosos vínculos con su pequeña familia estallaron cuando la radio, la televisión, las revistas y las comidas mundanas se ocuparon de la apasionante relación entre esta señora elegante, refinada y hasta entonces muy aburrida, con un “gigoló” francés, gay, fotógrafo, irascible, déspota, y dandy, François Marie Banier, que la entretenía, viajaba con ella y la hacía reír y llorar.

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Ante el horror de su hija Françoise, de su yerno Jean Pierre Meyers y la sorpresa de sus nietos Jean Víctor y Nicolás, Madame Bettencourt cubrió de regalos a su “gigoló” oficial hasta llegar a 1.000 millones de euros. Departamentos, obras de arte, seguros, fondos de inversión, ante la furia y los celos de Françoise, tan cerca de su papá Andrés y tan lejos de su mamá, históricamente.

Sola, sin demasiado contacto familiar, con su avión privado y una legión de mayordomos, mucamas, secretarias y chefs, Madame Bettencourt pasaba su año al sol y nadando. Oscilaba entre su suntuosa casa en el muy chic suburbio de Neuilly sur Seine, la casa con una enorme piscina que había construido su padre en Bretaña en 1920, su casa en Mallorca sobre el mar, y una aislada isla en la Seychelles, que su compañero Banier odiaba visitar “porque hay tiburones”.

Ella había decidido donar toda su fortuna a su hija Françoise, que recibiría un interés mensual de 34 millones de euros. Hasta que se inició un escándalo motivado por sus celos, el financiamiento ilegal de partidos políticos franceses y el destino de una heredera millonaria, con una cierta demencia senil, que oficialmente sus médicos se negaban a diagnosticar.

Liliane Bettencourt y su hija Françoise Bettencourt

Quién era Madame Bettencourt será un secreto, que se llevó a su tumba mientras su familia se distribuye sus 44,700 millones de dólares. Detrás deja una hija, secretarias, mucamos, enfermeras, managers, notarios, banqueros, que quisieron explicar quién era y cuál era el rol de Banier en la manipulación de su fortuna. El affaire se volvió tan complicado y con tantos personajes de telenovela que la televisión comenzó a emitir videos, que explicaban “El caso Bettencourt para nulos”.

Madame Bettencourt consiguió conservar el 30% del capital de L’Oréal y una alianza con Nestlé, con la que ella firmó un pacto de accionistas. Pero impedía que Nestlé tomara el control de L´Oreal mientras Liliane Bettencourt estuviera viva.

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