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La historia detrás del hondureño altruista que murió en desierto de EEUU

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Octaciano Banegas Galeras, conocido como “Chanito”, falleció en la travesía de cruzar la frontera estadounidense soñando con una mejor calidad de vida.

 Dolorosas imágenes del velorio de Banegas Galeras en su natal Tocoa, Colón.

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A finales de mayo, “Chanito” salió de su natal Tocoa, Colón con una mochila en su hombro en la que depositó todas sus ilusiones al emprender la travesía de cruzar la frontera de Estados Unidos en busca del “sueño americano”.

Un viaje sin boleto de regreso, pues quince días más tarde murió deshidratado en medio del desierto al ser abandonado por el coyote que lo cruzaría a los Estados Unidos.

Octaciano Banegas Galeras no era un joven común y corriente, en su comunidad era muy querido por su espíritu altruista y humanitario que siempre lo caracterizó.

El joven de 33 años era ingeniero de profesión y por más de una década trabajó para fundaciones y organizaciones no gubernamentales en la región del Valle del Aguán. Su formación académica incluyó la Administración y Gerencia de Negocios y el Desarrollo Social.

Participó activamente en numerosos proyectos sociales en Tocoa, entre ellos un grupo estudiantil ambientalista organizado por los Ambientalistas Municipales Internacionales, un programa que diseñó e implementó viviendas para personas mayores, y la agrupación Médicos del Mundo.

Su trabajo como líder ambiental lo llevó a trabajar con otros jóvenes en temas de salud sexual y reproductiva, particularmente la prevención del VIH.

Del 2013 en adelante fue co-fundador y miembro activo de la Asociación GOJoven Honduras.

Octaciano Banegas
Chanito murió en el desierto cerca de la ciudad de McAllen, Texas.

“Estamos sumamente tristes por el fallecimiento de nuestro querido compañero Chano. Era un líder joven muy comprometido y creativo del pueblo de Tocoa en la costa Atlántida”, expresó en un comunicado la organización GOJoven Honduras.


“GOJoven honra su memoria y su trabajo y compromiso incansable en pro de mejorar la salud y las condiciones de vida de poblaciones con menos oportunidades en su comunidad, incluyendo poblaciones garífunas, mujeres, jóvenes y niños.

“Nos duele saber que, pese a todos sus logros y su profundo compromiso con su país, se vio ante la necesidad de emigrar a Estados Unidos para mejorar sus oportunidades económicas y poder mantener a su familia y ofrecerles una mejor calidad de vida, y murió en este peligroso viaje”, añade el escrito.


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Último adiós

El cuerpo del joven altruista fue repatriado el pasado lunes y velado en el barrio San Isidro de su amada Tocoa. Allí, su gente lo esperaba con cánticos y lágrimas en sus ojos para darle el último adiós.

Octaciano BanegasSus restos fueron sepultados ayer en medio de populares canciones como “Amor Eterno” y “Puño de Tierra” y el dolor en los corazones de los tocoeños que tuvieron la oportunidad de conocerle.

Banegas Galeras estaba casado y deja un hijo menor de edad.

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