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Productores literarios ven en IVA de 4% a libros un retroceso para Costa Rica

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El impuesto al valor agregado (IVA) de un 4%, que el Gobierno quiere poner a los libros ha generado malestar entre el círculo literario nacional, el cual desde agosto anterior presentó protesta al presidente de la República Luis Guillermo Solís, ante una idea que según dicen «desincentivaría la lectura en Costa Rica».

Este nuevo impuesto, viene dentro del paquete de reforma fiscal que el Ejecutivo presentará este jueves a la Asamblea Legislativa, en conjunto con otras cargas, como a los boletos de avión, streming en Internet (como Netflix y Spotify), alquileres superiores a los ₡450.000 y servicios como embalaje de productos.

Sin embargo, el gravamen a los libros es uno de los que más llama la atención, debido al cambio de postura que representa en la legislación costarricense, sobre la educación y la cultura, siempre incentivados por el Estado. Desde la primera mitad del siglo anterior existieron leyes que exoneraban al libro del pago de todo tipo de impuestos, tales como la Ley Nº 58 de junio de 1939 y la Nº 190, de agosto de 1945.

De igual forma, estas disposiciones se mantuvieron en la “Ley de Impuesto General sobre las Ventas”, de 1982, la cual contenía la exoneración al incluir al libro en el artículo 9 y en la “Canasta Básica Alimentaria y de Bienes Esenciales para la Educación”. No obstante, esto quiere ser cambiado con la «Ley para el Fortalecimiento de las Finanzas Públicas», impulsada por el Ministerio de Hacienda.

Por ello, consultadas por Once Noticias, distintas figuras del mundo literario, manifiestan su objeción a dicho impuesto, como Luis Bernal Montes de Oca, presidente de la Cámara Costarricense del Libro, quien asegura ya haber empezado gestiones con diputados de varias fracciones con el fin de exonerar a los libros del impuesto.

«Cuando se inauguró la Feria del Libro (en agosto), ya teníamos noticia de esa propuesta del Gobierno y así lo mencioné en la inauguración. El domingo siguiente, que llegó el presidente Solís a la feria, yo le hice ver a don Luis Guillermo nuestra preocupación, por todos los efectos nocivos que retrasan totalmente todo el desarrollo cultural, educativo y formativo del país, porque si hoy la gente lee menos, según lo que nos cuentan las encuestas, con un impuesto de 4%, menos que van a leer», comentó Montes de Oca.

Esa es la principal preocupación del productor literario, que en Costa Rica los datos muestran que la lectura no es uno de los principales ocios, como se evidencia en la Encuesta Nacional de Cultura (ENC), la que en el 2014 señaló que del 49,6% que han leído algún libro en Costa Rica, el 25% lo han hecho con uno solo, el 40,4% lo han hecho entre 2 y 4 libros, mientras el restante 35,5% leen 5 o más libros al año, dividido en un 19,8% los que leen entre 5 y 9 libros y un 14,7% los de 10 o más.

«Sabemos y el Estado de la Educación lo ratifica, que lo que falta en este país, en el proceso formativo de los niños y de los muchachos, es que lean más. No tienen la capacidad de comprensión de lectura porque no leen y entonces van a los exámenes y no entienden la pregunta. Esto solo va hacer un retroceso educativo y formativo de los jóvenes en el país», indicó el presidente de la Cámara.

Luis Bernal Montes de Oca, presidente de la Cámara Costarricense del Libro.

Montes de Oca señala también que el impuesto, por lo reducido del mercado, no va a resolver la crisis fiscal del país, opinión que es compartida por Óscar Castillo, director Uruk Editores, quien opina además que esto reduciría aún más la lectura en Costa Rica.

«Cualquier impuesto al libro es un desestímulo al consumo y uso del libro, ese es el primer y gravísimo problema. Con solo que se dijera que es un 1% o un  1/2%, pero si se dice que hay un impuesto nuevo al libro, eso va a servir para que la gente diga, tras de que son caros, todavía les ponen impuestos», comentó Castillo.

Para el editor, los ticos dan prioridad a otras formas de entretenimiento, en perjuicio de la lectura, tal y como se ve en las compras de distintos bienes y servicios. Castillo menciona que Costa Rica no es un país lector y aunque los libros no son caros, la gente en términos generales, prefiere usar el dinero en otro tipo de productos.

«Creame que los libros no son caros, lo que pasa es que esa e una creencia popular muy difundida, pero que no tiene asidero real. Nada más para que compare, un libro no cuesta más que una pizza y la gente no se queja por comprar una pizza. No cuesta más que una entrada al estadio a ver a la Sele y al estadio van 35.000 personas, yo incluido, de manera que es una percepción, pero la percepción sería más grave con el impuesto», dijo el director de Uruk.

Óscar Castillo, director de Uruk Editores.

El valor de los libros

No solo el libro sería gravado con el IVA, según indica Castillo, sino diferentes puntos de su proceso de creación, como los derechos de autor, los servicios filológicos, los diseños, las ilustraciones, fotografías, servicios de impresión parciales, entre otros, que serían gravados con un 13% de impuesto, lo que elevaría el costo final de libro entre un 6 y un 8%.

Castillo también menciona el papel de la educación y la cultura en el producto interno bruto (PIB) de una nación, como fomentadores de la economía y como comenta Evelyn Ugalde, directora de Club de Libros, escritora de literatura infantil y periodista especializada, los países en donde los libros tienen impuestos, son justamente en donde las personas menos leen. «Es el colmo, en lugar de fomentar la lectura, la están obstaculizando y haciendo que la gente lea menos».

«La crisis fiscal se resuelve con la producción y el desarrollo sostenible y los libros y la educación son la principal herramienta que cualquier país y el nuestro en particular, pueden tener para un desarrollo sostenible, dando una solución para la crisis fiscal a largo plazo», señaló Castillo.

Al consultársele a Leonardo Garnier, exministro de Educación, su posición es similar a la de los productores de literatura, al afirmar que impuesto afectaría la sociedad costarricense negativamente.

«Los libros son bienes cuyo consumo no solo beneficia al consumidor directo (al lector) sino a la sociedad, que se beneficia de gente con un mayor nivel de cultura. Eso se conoce como una externalidad positiva, un efecto positivo sobre terceros, no sobre el vendedor ni sobre el comprador sino sobre la sociedad en su conjunto», indicó el exministro.
Garnier va más allá incluso y menciona que los libros no solo deberían de ser exonerados, sino subsidiados (que el Estado gire recursos para su producción), con el fin de incentivar la creación de mayor desarrollo literario.
«En Economía, este tipo de bienes requieren de un subsidio para consumirse en cantidades adecuadas, que son cantidades mayores a las que se consumen si tengo que pagar el precio completo. Los subsidios estimulan un mayor consumo de estos bienes… y son exactamente lo contrario que un impuesto: son un impuesto negativo. Por eso, en el caso particular de los libros, no estoy de acuerdo con el IVA», enfatizó Garnier.

Posición de Hacienda

En el Ministerio de Hacienda defienden que la nueva modalidad impositiva, que pasaría de impuesto de venta a IVA, no afectaría mucho el precio final de los libros e incluso podría dejarlos igual, pues al gravarlos con un 4%, ese porcentaje sería menor al impuesto de servicios que las editoriales ya habrían pagado durante la producción de los libros, como a los diagramadores o filólogos.
«El impuesto al valor agregado pleno, como se está incluyendo, es un impuesto que grava cada fase de la producción, ¿esto que significa? Que por ejemplo, en la producción de los libros, cuando las editoriales van y compran el papel, la tinta, el cartón, la goma e incluso, contratan los servicios de quien les hace el arte o la diagramación y demás, en cada fase se paga un impuesto, en este caso de 13%. Cuando la editorial pone un precio al libro, es el consumidor final paga sobre ese precio los impuestos. La editorial va a acreditarse, es decir va a descontar ese impuesto que va a trasladarle a Tributación, los impuestos que ya pagó en toda la cadena productiva», explicó Priscilla Piedra, directora general de Hacienda.
Según indican en el Ejecutivo, la idea con esto es más bien ordenar el pago de los impuestos, en este caso con los servicios profesionales de quienes venden servicios a las editoriales, pero que estas pueden deducirlo en la declaración final, es decir, que si el IVA de 4% representa 100 colones, pero ya se pagaron 90 por los otros impuestos, al final pagaría solo esos ₡10  inclusive, puede ser que haya deducción, en caso de haber pagado de más.
Por el momento, la transformación del impuesto de ventas en IVA se mantiene y será presentado este jueves ante la Asamblea Legislativa, en donde se definirá si esta carga impositiva se aplicará o no a los libros.
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