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National Geographic destaca al tico «más feliz del mundo»

A soccer fan of Costa Rica celebrates their win over Uruguay after their 2014 World Cup soccer match at Democracia square in San Jose June 14, 2014. REUTERS/Juan Carlos Ulate (COSTA RICA - Tags: SPORT SOCCER WORLD CUP SOCIETY)
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A pesar de que algunas cosas podrían mejorar en Costa Rica, es innegable la alegría del tico, la cual sigue siendo noticia alrededor del mundo, destacando a nuestro país como uno de los más felices del planeta.

En esta ocasión quien lo destaca es la prestigiosa revista norteamericana National Geographic, la cual incluyó nuestro país en un reportaje especial, junto a Dinamarca y Singapur.

¿Qué tienen en común Dinamarca, Costa Rica y Singapur? Preguntan en el inicio del reportaje, pues que sus personas se sienten seguras, tienen un propósito en la vida, minimizan el estrés y maximizan la alegría.

¿Quién es la persona más feliz del mundo? Continúa el artículo. Puede ser Alejandro Zúñiga, un padre sano y de mediana edad que socializa al menos seis horas al día y tiene algunos buenos amigos con los que puede contar. Duerme al menos siete horas la mayoría de las noches, camina al trabajo y come seis porciones de frutas y verduras la mayoría de los días. No trabaja más de 40 horas a la semana en un trabajo que ama con compañeros de trabajo que le gustan. Pasa algunas horas cada semana como voluntario; los fines de semana adora a Dios y se complace en su pasión por el fútbol. En resumen, toma decisiones diarias que favorecen la felicidad, las elecciones se hacen más fáciles porque vive entre personas afines en el verde y templado Valle Central.

Así inicia el trabajo de National Geographic, hablando de un costarricense como cualquier otro y comparando su vida con la de la socióloga danesa, Sidse Clemmensen y el emprendedor singapurense Douglas Foo.

Zúñiga, Clemmensen y Foo ilustran tres líneas diferentes de felicidad que trenzan juntas en formas complementarias para crear una alegría duradera. Placer, propósito y orgullo. También viven en países que fomentan esos hilos. Al conocer a cada una de estas personas y explorar sus países de origen, descubriremos los secretos de lo que hace que la gente en estos lugares sea mucho más feliz que aquellos en otros lugares.

Considere a Zúñiga, quien al igual que muchos costarricenses disfruta del placer de vivir la vida diaria al máximo en un lugar que mitiga el estrés y maximiza la alegría. Los científicos llaman a su tipo de felicidad felicidad experimentada o afecto positivo. Las encuestas lo miden preguntando a las personas con qué frecuencia sonrieron, rieron o sintieron alegría durante las últimas 24 horas. Su país no es solo el más feliz de América Latina; es también donde la gente informa que siente más emociones positivas cotidianas que cualquier otro lugar en el mundo.

 

 

La historia de Alejandro

Volvamos a Alejandro Zúñiga, que trabaja como vendedor de productos en el mercado central de Cartago. Durante décadas, el fornido hombre de 57 años ha sido un fijo en el mercado, apareciendo día tras día para vender aguacates, socializar y probar chistes nuevos. Todos allí lo conocen. Cada vez que cualquiera de las cinco docenas de vendedores se enferma o tiene una emergencia familiar, generalmente Zúñiga lo visita con ayuda. También organiza viajes de fin de semana para animar al querido equipo de fútbol de la ciudad, C.S. Cartaginés. Es un amigo carismático y un líder natural.

Una noche hace unos años, Zúñiga recibió una llamada de un amigo con una gran noticia: «¡Ganaste la lotería!», Gritó.

Zúñiga había comprado el boleto ganador y estaba a punto de recibir 50 millones de colones. Pero Zúñiga no le creyó a su amigo, conocido por hacer bromas. Además, él no estaba de humor. Había sido un día largo, y no había vendido todos sus aguacates. «Pensé que era una broma fea», recordó. «Tenía mis últimos 5.000 colones». Por eso le colgó el teléfono.

Cuando Zúñiga se presentó al trabajo al día siguiente, los vendedores estallaron en aplausos. La de que había ganado se hizo famosa. Cada semana apostó al mismo número; esta vez su número fue el ganador.

Aturdido, Zúñiga pasó junto a los puestos de productos con el largo látigo de un macho alfa y chocó con sus amigos y colegas. Sabían que Zúñiga nunca lo había tenido fácil. Creció en barrios marginales, abandonó la escuela a los 12 años para ganarse la vida, luchó con el alcohol y perdió el amor de su vida a los 20 años cuando ella lo dejó.

Ahora que se había hecho rico, sus compañeros vendedores asumieron que lo perderían a una vida nueva y más rica. Pero en las semanas posteriores a su victoria, Zúñiga sorprendió a sus amigos al regresar al mercado, vendiendo sus productos y jugando bromas pesadas. En silencio, sin embargo, estaba regalando su fortuna: un millón de colones al amigo que le había vendido el boleto de lotería, un millón a un dueño de un puesto de comida que lo había alimentado en tiempos difíciles, y otro millón a un mendigo del mercado. él sabía. El resto lo dio a su madre y a las cuatro madres de sus siete hijos. Un año después, estaba nuevamente en la ruina.

Y sin embargo, insistió, «no podría estar más feliz».

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