A sólo veinte kilómetros al sur de la Ciudad de Gracias en el Departamento de Lempira, se encuentra La Campa, una de las ciudades más hermosas y antiguas de Honduras.
La Campa, es como una paleta de colores en las manos de un pintor; para los ojos de los visitantes poder ver este pequeño pueblo en medio de cañones montañosos y bosques color esmeralda en la profundidad de sus de pinares, es como el mejor regalo que le pueden dar a sus vidas.
Originalmente se le conoció por el nombre de Tecauxinas y según censo de 1887 formaba parte del municipio de Gracias, en 1921 se elevó a la categoría de municipio.
Los relatos aseguran que su nombre actual viene del lugar, que los mineros de aquel entonces habían destinado para su descanso, o sea su campamento.
El pueblo cuenta con algunos de los edificios coloniales mejor conservados en Honduras, en el centro de este pequeño poblado destaca, la iglesia de San Matías, que mantiene su colorido y su fachada intacta.
La mayoría de los habitantes de La Campa son de descendencia Lenca quienes aún conservan el estilo de vida tradicional que los caracteriza.
La Campa es bien conocida por su magnífica producción de alfarería Lenca. Gran parte de la producción de cerámica proviene de las aldeas de los alrededores, donde los habitantes son expertos en la fabricación de estos productos que llaman la atención de los visitantes al lugar.
El clima es fresco la mayor parte del año y es el lugar perfecto para relajarse y olvidarse del bullicio citadino de la vida moderna.
La celebración principal en La Campa es el Día de San Matías y su feria del 15 al 28 de febrero de cada año. Esta celebración religiosa atrae a muchos peregrinos de diversos lugares para honrar y rendir homenaje al Santo Patrón de la comunidad.
La Campa cuenta con dos cómodos hoteles con capacidad de satisfacer las exigencias de los visitantes.
También es el lugar donde se encuentra uno de los cánopys más altos de Centro América y si lo duda, lo mejor es que vaya y lo constate usted mismo.
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