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Caravana de migrantes se desintegra y no llegará a Estados Unidos

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El presidente Donald Trump, amenazó con militarizar la frontera para detener el paso de grupo de más de 1.000 migrantes centroamericanos.

Líderes de la caravana centroamericana que atraviesa México en dirección a Estados Unidos confirmaron que su objetivo ya no es llegar hasta Tamaulipas sino que llegarán a la ciudad de Puebla, en el centro del país donde se informará a los migrantes de las distintas salidas legales que tienen a su alcance.

La organización «Pueblos sin fronteras», convocantes de la marcha, desiste de esta forma en su objetivo de trasladar a los 1.100 migrantes desde una frontera a otra tras la sucesión de tuits enviados por el presidente Donald Trump en los que amenazó con enviar a la Guardia Nacional a la frontera para impedir su acceso al país o incluso cortar los fondos de ayuda a Honduras, de donde proceden la mayoría de migrantes que salieron hace diez desde la frontera con Guatemala.

«Vamos a llegar hasta Puebla en distintos autobuses. Allí se informará a todos los emigrantes de las opciones legales que tienen y de las dificultades para conseguir el estatus de refugiado en Estados Unidos, lo que implica pasar hasta un año en un régimen semicarcelario hasta que se resuelva su situación», dijo Rodrigo Abeja, uno de los organizadores de la caravana.

Ante esta situación los migrantes podrán escoger entre disolver la caravana, que sigue conformada por 1.100 personas, y seguir camino por su cuenta hacia el norte, o solicitar refugio y asilo en México. Todo indica que, ante el negro panorama descrito, será México quien absorba las consecuencias de la crisis humanitaria que se vive en Centroamérica y que se ha detenido temporalmente en Oaxaca.

La caravana de migrantes que, según el presidente Donald Trump amenaza la seguridad de Estados Unidos, ni es temible, ni se ha disuelto. Tampoco va a retroceder por el momento, pese a los deseos del mandatario, que ha obligado a México a buscar una salida que contente al vecino del norte y responda a las demandas de los migrantes.

migrantes

La caravana que Trump amenaza con frenar enviando al Ejército a la frontera está compuesta por 1.200 personas, la mayoría hondureños agotados y mal comidos, de los cuales 300 son niños y entre los que hay una decena de ancianos y mujeres embarazadas. Hasta el momento sus tuits no frenan el avance pero sí han puesto luz y reflectores sobre una caravana que se celebraba cada año en medio de la indiferencia.

Tirada en el suelo y cubierta por el sol con unas telas, Génesis, de 25 años, da leche y mece a su hijo nacido en un mugriento baño de Tapachula hace solo un mes.

En la ciudad fronteriza trabajaba como asistenta mientras esperaba una respuesta a su solicitud de visa humanitaria con la que poder atravesar el país. Cuando se enteró de que varios cientos de migrantes se habían organizado para avanzar en masa hacia el norte tomó a su bebé recién nacido y se unió a ellos sin dudarlo. «Sé que corre peligro pero él es el motor que me mueve. No quiero que tenga la vida que tenemos en Honduras donde solo hay violencia y pandillas y no hay oportunidades de trabajo», describe con el niño en brazos bajo el infernal calor del Istmo.

La caravana descansó en Matías Romero, un pueblo de Oaxaca por donde pasa el tren conocido como La Bestia, y donde han acampado y son alimentados por la población que además les ha cedido un lugar donde quedarse. La más reciente exageración de Trump es que México no hace nada para detener la emigración ilegal. Los datos oficiales señalan, sin embargo, que los cruces fronterizos ilegales por la frontera entre México y Estados Unidos están en mínimos históricos frente a las deportaciones mexicanas de centroamericanos que marcan máximos nunca vistos.

Tras el revuelo organizado por los tuits de Trump, el objetivo ahora de los migrantes es seguir avanzando pero sin que se note. Ese es al menos el acuerdo alcanzado entre los organizadores del «Viacrucis del migrante» y las autoridades mexicanas. Para ello, el Instituto Nacional de Migración (INM) ha ofrecido tres salidas legales que cambiarían la situación irregular en la que se encuentran tras haber entrado sin documentos desde Guatemala: una visa humanitaria, una visa de tránsito o una visa para solicitar asilo y refugio.

«Trump nos ha hecho un favor con sus tuits», confiesa Rodrigo Abeja, uno de los organizadores de la marcha, quien reconoce el carácter político y reivindicativo de una protesta que se organiza cada año desde 2008 durante la Semana Santa y que esta vez ha llenado periódicos y noticieros.

«Si vamos en bola me siento seguro. Aquí nos protegemos, nos atienden y no estamos expuestos a los robos y abusos», explica Héctor Hernández, hondureño de 28 años que salió de su país hace una semana huyendo de la violencia de las pandillas que asesinaron a varios amigos y que le enviaron una advertencia: «O trabajas para nosotros o serás el siguiente», recuerda con lágrimas en los ojos. Después de varias semanas vagando solo y a la deriva, Héctor se encontró con la caravana y decidió unirse a ella.

«Hay más corazón en un mexicano que en 10 políticos hondureños», añade su amigo Ricardo Ávila, abrumado por la ayuda que han recibido durante todo el camino desde la frontera. Ricardo huyó de su país hace 20 días tras la crisis desatada con la victoria electoral de Juan Orlando Hernández, en noviembre, que aumentó la polarización y la represión en el país.

La caravana partió el 25 de marzo de Tapachula, en la frontera con Guatemala, y caminó hasta Matías Romero, en Oaxaca -a 422 kilómetros y 86 horas de distancia a pie- mientras Trump escribía tuits.

«Hace 10 años organizamos la primera caravana y desde hace tres la hacemos de frontera Norte a frontera Sur. El objetivo es visibilizar la indefensión de los migrantes, defender el derecho al libre tránsito, presionar a COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) y lograr más recursos para desbloquear las miles de peticiones de asilo presentadas que siguen sin respuesta», explica Irineo Mújica, coordinador de la organización Pueblos sin Fronteras.

«Trump amenaza con enviar el Ejército a la frontera pero México ha tratado de responder de forma humanitaria. Hay derechos de la población que deben ser ejercidos y que son anteriores a Trump», defiende Mújica mientras habla rodeado de hondureños despistados ante el repentino protagonismo obtenido.

Muchos de ellos llevaban meses varados en Tapachula a la espera de una respuesta oficial. Ahora han visto como su estatus legal puede solucionarse en pocas horas desde que Trump los colocó en el centro de sus iras.

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